miércoles, 23 de abril de 2008

MIEDO

Valiente es el hombre que se sobrepone a su miedo, cobarde el que se deja dominar por él.

Si el miedo es un ente, una especie de gran ser cósmico que existe en todas las cosas, cabría afirmar que, por ello mismo, está en todos los planos de la naturaleza.

Este es un tema tan común que no existe nadie ni nada en nuestro mundo conocido que esté exento del miedo. Miedo a la vida, a la muerte, al amor, a la ausencia de amor, a la oscuridad, al miedo mismo, y un largo etcétera que nos rodea como el aire que respiramos.

Los diccionarios y enciclopedias definen al miedo como una “perturbación del ánimo, originada por la aprensión de algún peligro o riesgo que se teme o recela. Recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda alguna cosa contraria a la que deseaba.”es una “emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente o futuro.”

No es malo tener miedo a pesar de que nos han dicho desde pequeños que no hay que tenerlo, porque temer es una emoción que nos ayuda en circunstancias en que la prudencia es lo aconsejable. El asunto es cómo lo manejamos. Hay miedos útiles que nos preservan del león, las serpientes, de un puente en muy mal estado o de la luz roja. Otros provienen de nuestro inconsciente y se convierten en fobias o en pánicos que no podemos manejar y que no suelen ser útiles en la vida cotidiana; otros nos llegan por costumbres sociales que nos hacen temer el exceso de comida o de bebida; otros por tradiciones familiares y el muy importante miedo a tener miedo.

En todo caso hay una gran cantidad de miedos y cada uno tiene un lugar diferente en nuestra vida. A la mayoría de ellos estamos acostumbrados y nos acomodamos a que son parte de nuestra existencia.

Cobarde pues no es el que tiene miedo, atestigua el dicho, sino el que se deja dominar por el miedo.

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